Article 2: Relevancy of the Message of Salvation
El Mensaje de la Salvación es Relevante Hoy
La Semana Santa nos recuerda el mensaje de la salvación hacia la humanidad. El mensaje es simple, y
sencillo pero vivo y eficaz: Jesucristo ha muerto, Jesucristo ha resucitado, y Jesucristo de nuevo vendrá.
Por su pasión, muerte y resurrección todos han sido salvados. Este mensaje es relevante aun en el día de
hoy cuando ya han pasado cerca de dos mil años, pero corre el riesgo que alguna gente ya no lo esté
escuchando.
De tanto contar el mensaje de la salvación se ha perdido su eficacia en algunas personas. No es que el
mensaje de la salvación no tenga poder para convertir a las personas por sí mismo, pero hay muchas
personas que han escuchado el mensaje múltiple veces, y han fallado en convertir sus vidas. Van de
retiros en retiros donde se les habla de la salvación en Cristo, y por el momento puede haber una
motivación para cambiar y aceptar este regalo del amor de Dios, pero pronto retornan a su vida
anterior, muchas veces por falta de formación y dirección. El mensaje de salvación en Cristo debe
cambiar las vidas definitivamente y no ser un sentimentalismo del momento.
El mensaje de la salvación de Cristo, debe provocar en la persona el deseo y la determinación de dejar
todo atrás para seguir el llamado de conversión, pero desgraciadamente de tanto escuchar el mensaje
alguna gente ha perdido interés. Una persona comento “ya no vengo a misa porque he escuchado
todas las homilías, y siempre hablan de lo mismo” ¡y con razón! pues Jesucristo es el mismo, ayer, hoy,
mañana y siempre. El trabajo del predicador es ilustrar el mismo mensaje de salvación con diferentes
palabras, para que se pueda captar lo esencial. No se trata de inventar algo nuevo, sino basarse el
mensaje fundamental de nuestra fe, que es la pasión, muerte, y resurrección de Jesucristo. Cuando se
va perdiendo el interés de la gente hacia el mensaje, el cristiano tiene el reto de proclamar con su vida y
con sus palabras aún con más alegría el mismo mensaje de salvación.
El mensaje de salvación también ha sido comprometido pues las personas que lo predican, no lo hacen
con la alegría que implica el mensaje. El dicho dice “si no tienes nada bueno que decir, mejor no digas
nada.” Pero hay una noticia buena que compartir con la alegría, ¡Jesús está vivo! Pero ¿dónde ha
quedado la alegría de compartir el evangelio en el mundo actual? No se puede proclamar el evangelio
desanimado, con pocas ganas, ¡hay que echarle ganas! Hay que tener una buena disposición, energía,
entusiasmo y más que nada una vida personal que refleje que hay buenas noticas. En Jesús hay vida, y
vida en abundancia, ¡y eso es una buena noticia! Entonces se debe proclamar con alegría, y no con
timidez aunque el mundo no quiera escuchar este mensaje.
Por último, el mensaje de salvación ha sido comprometido porque el mundo está tratando de ahogarlo.
Hay muchas voces, muchas fuentes de información, que no tienen la salvación de las almas como su
objetivo principal, sino distraerlas. En medio de las voces de este mundo, la voz del que clama en el
desierto, la voz del testigo del mensaje debe de ser aún más fuerte. Si el mundo no tiene reservas en
desviar a la gente de la salvación, los cristianos no tienen que tener reservas en proclamar el mensaje
con confianza y valentía en medio de la adversidad. La decisión final es de la persona, si escucha las
voces del mundo o la voz de Dios en su vida, toda decisión tiene consecuencias para la vida eterna.
Al final, tiene que ver un descubrimiento, de algo que siempre ha estado allí, pero que atreves del
tiempo ha perdido su fuerza a causa del desánimo de aquellos a quienes se les encargo el mensaje. Este
mensaje es la salvación en Jesús que cambia el rumbo de la historia, que cambia el rumbo de la
existencia personal. El objetivo del cristiano es proclamar este mensaje con fe viva y efectiva, y hacerlo
relevante a las personas que aún no conocen a Cristo para que al final esas almas sean salvadas para
Cristo y puedan decir como San Agustín dijo “¡Tarde te amé, hermosura siempre antigua y siempre
nueva! ¡Tarde te amé!... y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti.”
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