Article 4: How to deal with children at church
Los Niños en la Misa
Un niño pequeño llorando en la misa, es una señal que la iglesia sigue viva y continua con su misión de
evangelizar a las naciones. Muchos padres de familia tienen miedo de llevar a sus hijos pequeños a la
misa por temor de llamar la atención, no vaya ser que el padrecito los vaya a regañar. Otros padres
convenientemente usan a sus hijos para no ir a la misa, dicen “hasta que los niños estén grandes y se
puedan comportar, entonces si iremos a misa” sin darse cuenta que estos años en la vida de un niño son
sumamente importantes para que vayan descubriendo lo que es la misa, y puedan ir modificando su
comportamiento para participar activamente de la misa.
Hay un mal entendido con algunos padres de familia que piensan que los sacerdotes no quieren a los
niños en la misa. ¿Si no hay niños en la misa de hoy, entonces donde estará la iglesia del mañana? Los
niños pueden irse integrándose a la comunidad de fe, y al principio va ser difícil. La misa está
estructurada, hay diferentes movimientos, se hacen las mismas acciones, es un ritual y esto puede ser
difícil para cualquier niño. Recuerdo cuando era pequeño mi mamá me llevaba a misa, y yo me aburría
mucho y esperaba el momento de la comunión cuando todos estaban parados para pasearme de un
lado de la banca al otro, o a veces me gustaba acostarme en la banca cuando los demás se ponían de pie
o de rodillas. Poco a poco con los consejos de mi madre y de mi familia me fue dando cuenta que la
iglesia no era un lugar para jugar sino para orar. Así también los niños pueden ir aprendiendo, sí sus
papas les dedican el tiempo para explicarles lo que pasa en la misa, y explicarles que tipo de
comportamiento es adecuado tener en una iglesia. Lleva tiempo y dedicación y no es fácil, pero con una
disciplina de fe y un buen ejemplo la lección será bien aprendida. Gracias a Dios yo pude aprender la
lección rápido, pero no quiero imaginarme que hubiera pasado si un sacerdote hubiera parado la misa
para regañarme, posiblemente no hubiera regresado a la iglesia.
Algunos padres no regresan a la iglesia porque se sienten ofendidos porque el sacerdote les pide que
por favor tengan a sus hijos a su lado bajo control. Esto no creo que sea un pedido ilógico y causa de
enojo. Para mí el ruido de los niños en la misa es un signo de vida, de vitalidad. Es un signo que la
iglesia aún vive y continúa regenerándose atreves de nueva vida, pero tampoco estoy diciendo que
quiero una sinfonía de ruidos en la misa y que nadie tome la molestia para calmar la situación. El
problema para mí no es que un niño llore o haga ruido (especialmente un niño de brazos), el problema
es cuando un padre que no le pone atención. Si los padres de familia están tratando lo más que se
pueda en concentrar a sus hijos en la misa, ¿qué más se puede pedir? Es cuando no prestan atención
cuando se crea una dificultad para la misa. Algunos sacerdotes tratan de corregir esto durante la misa,
yo le haría al terminar la misa pues yo no me veo parando la misa y singularizando a nadie. Lo que
considero importante es que los niños no pierdan la fe porque sus familias dejen de asistir a misa, sino
que poco a poco se vayan adaptando a la misa con el ejemplo y ayuda de sus padres. Yo comprendo a la
madre de familia que viene sola con sus hijos a la iglesia. Yo agradezco el sacrificio que algunos padres
hacen en traer a sus niños de brazos aunque lloren cuando tienen hambre. Yo agradezco familias
jóvenes que vienen a la iglesia a pesar de tener a varios niños pequeños. La solución al ruido en la misa
no es eliminarlo (que ya no venga) es canalizarlo (aprender a concentrarse con una disciplina de fe
llevando a una participación activa).
Este tema es difícil y tanto padres como sacerdotes de buena voluntad tendrán una forma de pensar
diferente. Por un lado tenemos que mantener la solemnidad de la misa, por el otro tenemos que tener
un ambiente de bienvenida para las familias jóvenes. La vía media no es dar licencia para que todo pase
en la misa, sino ir educando desde pequeños a los hijos en la disciplina de la fe con paciencia y sin
sentirse ofendidos. Lo que rige como actuó en esta discusión acerca de la asistencia de los niños en la
misa y el ruido que puede pasar es lo que nos dice la escritura “Dejen que los niños vengan a mí, y no se
lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos” (Mateo 19:14).
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